
Desde el momento en que tomamos conciencia de esta vida se nos empieza a programar: se nos compara si nacimos más altos, con más peso, más tranquilos, más demandantes, más guapas o guapos según los cánones establecidos… Según vamos creciendo la programación sigue: si comenzamos antes a caminar, si hablamos, si no hablamos, si sonreímos, si no sonreímos… Cuando comenzamos a ir al colegio se mide nuestra capacidad de complacer a un sistema obsoleto, a través de unos baremos que terminan en notificaciones que reciben nuestros padres y que miden nuestras capacidades, repito, ¿¿¿nuestras capacidades???
Si nuestro interés por cumplir esos objetivos resulta ser poco o ninguno, saltan todas las alarmas. Y nuestros pobres padres comenzarán a decirnos que si no rellenamos esas figuritas de colores no seremos nadie en la vida y que no valdremos para nada. Y así, según vamos creciendo vamos buscando certificar lo que valemos, titular lo que valemos, demostrar lo que valemos.
Porque está claro que si TÚ no tienes una pared llena de títulos, no vales nada. Y si tu experiencia no está certificada, no vale para nada. Y si no has demostrado ante un tribunal lo que sabes hacer con un maravilloso y bien presentado proyecto, es que no vales nada…
Veréis, mi opinión es que cada ser humano que habita este mundo nace con un valor esencial intrínseco incalculable, que no necesita un certificado, ni un título, ni un experto, ni un tribunal, ni nada de eso para aportar valor, que es muy importante que cada uno de los seres adultos de este planeta interioricemos que nuestro valor esencial es algo innato en nosotros y, de esta manera, todos nuestros niños lo respirarán, lo vivirán y sabrán que son seres valiosos. Fijaos que no digo ‘importantes’, sino ‘valiosos’. Las personas que están seguras de su valor ya saben que son importantes y ya saben que no tienen que hacer nada más que existir para “valer”.

Cuidado, no quiero decir que no haya que estudiar o prepararse, no. Lo que quiero decir es:
1. Querido ser humano que me lees, viniste a este mundo a aportar un gran valor que ya está dentro de ti y quiero que lo sepas.
2. Ahora que estás informado de este detalle quiero decirte también que cualquier camino que quieras escoger para mejorar esta sociedad, para experimentarte o para crecer como persona, es perfecto y maravilloso.
3. Nadie es mejor que tú por haber conseguido más títulos universitarios o certificados terrenales (véase punto 1). Recuerda que tú naciste con un valor esencial que elegiste traer a este mundo y cómo lo manifiestas aquí es algo que tú decides.
4. Todas las profesiones son importantes y todas las personas que trabajan dignamente para crear un mundo un poco mejor están manifestando el valor esencial que vinieron a traer a este mundo.

Así que da igual si lo que haces está mejor pagado o no, da igual si lo que haces está mejor considerado socialmente o no, da igual que seas médica o seas el señor que conduce el autobús, seas técnico de luces, entrenadora de pilates o cocinero de un colegio…, eso es lo que “haces” y sólo define aquel trabajo con el que has decidido vivir en esta sociedad. Pero TU valor, querida lectora, tu valor esencial es lo que tú eres y eso, querido ser humano, está en todos nosotros. Ni mejor ni peor, ni mayor ni menor, está en cada uno de nosotros por el hecho de haber nacido.
Hoy escribo esto porque me gustaría un mundo en el que cada persona estuviese segura de su valor, en el que nadie tuviese que malgastar su energía demostrando lo que es, certificando su validez, titulando lo que vale. Quizás en un mundo así nuestros niños y niñas serían validados automáticamente por unos adultos seguros de sí mismos, que no tienen que estar cada momento de cada día buscándose en sitios donde no se encuentran, intentando averiguar quién son o esperando que alguien les diga cuánto valen. Un mundo en el que cada ser humano sepa que sólo por existir ya aporta, independientemente de lo que haga.
Todo lo que está vivo tiene valor. Esto también se aplica a ti que lees esto, sea cual sea tu circunstancia.
“Tú ya eres, ese es tu valor. Y lo que vienes a traer al mundo se manifestará siempre que estés conectada con tu valor esencial y bien segura de él”.
